Amar. Temer. Partir




(De "Abrazo y otros relatos")


Como cada vez que me asalta un desamparo, busco refugio en la biblioteca. Sin saber porqué elijo la vieja Gramática y ahí están, esperándome: amar, temer, partir. Los compañeros de viaje en la conjugación de la vida.

Cuando nos enseñaron los verbos, no nos permitieron solamente obtener una buena nota en el tema sino que además, heredamos las ganas de amar, el miedo a perder y el terror a partir.
Ya desde niños aprendimos el amor en los rincones de milagros cotidianos pero a menudo partíamos de esos amores para entrenarnos en los miedos y sabotearnos con ellos. Hemos temido la oscuridad, tocar lo prohibido, descubrir el misterio. Entre amores y temores partimos hacia la adultez y entonces comprendimos que la conjugación continuaba.

Hemos temido tanto preguntar y dudar que a veces los miedos nos ensombrecieron el amor. Ensayamos otras formas verbales y nos atrevimos a imaginar qué sería de nosotros si no hubiéramos temido tanto y a recordar qué partidas se ahogaron en la intimidad del silencio.

¿Hacia dónde partiríamos si un día nos cansamos de temer?
¿Habremos amado algo o a alguien al punto de ya no temer?
¿Seremos capaces alguna vez de temer sin vergüenza de tener miedos propios?
¿Aprenderíamos a partir de algunos lugares o situaciones para seguir siendo fieles a nosotros mismos?
Y de sólo pensar que estas preguntas formaran parte de un examen, sentimos temor de no aprobar.

Sigo con la gramática entre las manos y el desamparo se refugia entre los pretéritos indefinidos y los pluscuamperfectos. Me aferro a los potenciales. Los futuros me tientan. Para no fallar en la situación examinadora prometamos recordar que el miedo nunca es inocente y que a veces, son los débiles quienes no temen. Prometamos amar las búsquedas sin descanso, así no nos quedaremos sin deseo. Cuando nos invadan los especialistas en ciencias varias, no tengamos miedo de partir en busca de un maestro.

Partir con pasos tenues, fogosos, torpes, delicados,indecisos,sutiles, pesados, sufrientes, alados, atrevidos, sonoros, audaces, mortales... Nos llevarán a otras conjugaciones y así podremos recomenzar el juego.
Propongámonos desafiar los infinitivos. Tal vez eso nos permitirá liberarnos del temor a confundir la realidad con lo verdadero y el amor con la ausencia de conflicto.

Partiremos más a menudo de los exilios interiores.
Amaremos las partidas para dejar espacio a lo que todavía no es.
Temeremos no ser capaces de morir de angustia con un verso de César Vallejo y resucitar con otro de Rilke.


Dejo la Gramática y me amparo en el libro de Poesía.




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