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ENTREVISTA EN RADIO UNIVERSIDAD- 105.7 FM


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El siguiente monólogo de Ester Brafa resultó galardonado con el primer premio en el concurso que se realizó en el 10º Festival UNA PUERTA A LA LIBERTAD en Octubre del 2009, fue leído por el actor HECTOR BIDONDE.







ABRAZO  

Si, doctor, un sueño, tuve un sueño. Pero esta vez tengo la sensación de no haber despertado, hay algo en mi cuerpo que aún está en el sueño, o el sueño en mí, no sé…

 

Estaba escribiendo un cuento y las palabras iban cayendo sobre el papel como si estuviera sacándome la ropa. Cada palabra se veía con el color y la textura de cada prenda. Escribía e iba desnudándome. Se tocaban el papel y mi piel. El abrigo era un verbo y un adjetivo la prenda íntima. Ya desnudo miré mi vestuario sobre la hoja y me di cuenta que éramos dos desnudos, frente a frente, ambos buscando el sustantivo. No aparecía el sustantivo…. y desperté… o parece, no sé… y sigo buscando el sustantivo. Nunca soñé algo así, doctor.

 

Lo raro es sentir que el sueño continúa y ahora llevo encima y adentro la sensación de que la ropa es una interrupción… ¿será que nos vestimos o nos disfrazamos?

 

Quiero seguir escribiendo y me pasa lo mismo con las palabras que con la ropa, se me escapan, no sé si se esconden, huyen, o iluminan.

 

Dígame, doctor, ¿cuál es el límite, la piel o la mirada? Si no es la piel ni la mirada, son los sueños? Y el límite de los sueños, ¿cuál es?

 

El caso es que ahora no puedo escribir sin desnudarme y con la piel al aire las palabras llegan aladas. ¿Sabe lo bueno que es quitarse la ropa y a la vez quitar a cada palabra lo que sobra, desnudarla, buscarle el alma? Armo cada término puliendo,  enlazando, rompiendo, vistiéndola con desnudeces; y el lenguaje se me mete por los pliegues de la piel y siento que no hay traición posible.

 

¿Sabe doctor de qué me acordé al despertar del sueño…? ¡De aquel día! Aquel día, tendría 6 o 7 años y llovía mucho. Salida de la escuela, lluvia amenazante. Y la felicidad infinita de ver a mi papá esperando con un abrigo en su mano. Tengo su gesto presente en los ojos y el corazón. ¿Dónde habrá quedado el abrigo… y  dónde aquella felicidad infinita?. Pero me quedó el gesto en los poros. ¿No le parece doctor, que la piel es como un palimpsesto…? En ella vamos escribiendo palabra a palabra, deseo a deseo, lágrima a lágrima, felicidad a felicidad. Si, es la piel donde hay que escribir, su destino de papel no miente.

 

Recuerdo que una vez usted me preguntó porqué escribía, no sé que le contesté pero sí recuerdo su pregunta. ¿Por qué escribo? ¿Por qué creo historias con las palabras? Yo le pregunto a Usted doctor: ¿cómo es vivir sin inventar?, ¿cómo es vivir sin crear…?, ¿cómo se salva la gente del naufragio en el rito cotidiano de vivir?, ¿cómo sino en la creación?

 

La creación… el refugio y también el exilio. No, no es la ropa la que nos protege, es la irreverencia de la creación. 

 

¿Por qué escribo? Para caminar por la incertidumbre… ¡claro, ahora entiendo! Al quitarme la ropa me quito la certeza de los dogmas, ¡eso, eso es!, la luz de la creación es la que desnuda, es como estar en un templo que no niega el desamparo ni revela los misterios. ¡La desnudez es la medicina, la desnudez, doctor! Además, sin vestido se sienten mejor las ganas del abrazo. Sí, todos esperamos el abrazo, esperamos un gesto de clemencia que nos cuide del despojo, no el de la ropa, del otro, del despojo  de los sueños… Sí, todos esperamos una visión, un cántico, algo que nos diga que existimos, esperamos un intento, la presencia sencilla de un padre que rompa este miedo y nos levante.

 

Y vamos con la piel al aire, esperando el abrazo. Sabe qué, doctor, ¿no quiere mi ropa…? Ya decidí que no la necesito más, ya encontré mi medicina, la piel y el papel desnudos, para poder seguir creando. Quiero seguir así, sin relojes efímeros que midan el paso ni recuerdo de cárceles que enrejen el sentimiento. Desde ahora, me autorizo a no saber, a inventar un santuario inconcluso con ritos oscilantes como oscila el aliento y titubean los astros.

 

Así quiero seguir, con la memoria anclada en la piel, debo seguir buscando el sustantivo. ¡Ah, doctor!, antes de irme, ¿no me abraza…?




Gentileza de Sergio Italo Agliano

https://relampagosobrelagua.wordpress.com/2013/10/08/abrazo/


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