COLUMNAS PUBLICADAS EN AGENDA EL EMBUDO
M de Mujer, M de Memoria, M de Mafalda
Marzo, mes de inicios, celebraciones, recuerdos.
Y Mafalda iluminando todos los días del año, con esos pelos imposibles, como sus ideas.
Tan lúcida y tierna como nadie, supo poner el ojo y la palabra en el lugar justo, se atrevió a rascar la superficie para encontrar el tesoro, molestara a quien le molestara.
Su saludo a las mujeres fue recordarles que fregar, planchar y cocinar no quiere decir fregarse la vida, plancharse las inquietudes ni freirse la felicidad.
Leyendo las noticias aprende cuanto ha evolucionado la técnica desde el arco y la flecha hasta los cohetes y deduce lo poco que han cambiado las intenciones; que el papa hizo un nuevo llamado a la paz y le dio ocupado como siempre y se pregunta mirando el globo terráqueo si Dios habrá patentado esta idea del manicomio redondo.
Al fin de cuentas la humanidad no es más que un sándwich de carne entre el cielo y la tierra donde nadie se entiende porque cuando en Norteamérica es de noche en China es mediodía y al revés, cómo demonios se van a entender 200 millones de tipos almorzando con 600 millones de tipos durmiendo. A poner el globo en la cama porque le duele el Asia y luego a medirlo con un centímetro porque ningún régimen le resulta.
Al que pregunta cómo será el año que viene, su profecía: "muy valiente porque como anda la cosa animarse a venir..."
Y así, hasta subirse a una silla y proclamar que es la libertad iluminado al mundo con su refulgente luz... de 15 watts.
Releo lo que acabo de escribir y me pregunto dónde estás Mafalda, ¿te fuiste?
O tu lucidez era tal que supiste esconderte a tiempo antes de la tormenta o tal vez cuando te tiraron desde el avión te agarraste a una nube para seguir molestando.
Solo sé que puedo imaginarme haber vivido en otra casa o ido a otra escuela, lo que no puedo es imaginar mi vida sin Mafalda.
Si Homero Manzi te hubiera conocido, esto sería para vos:
"No habrá ninguna igual
no habrá ninguna"
26 de mayo 2025
Me acuerdo
Compré un relojito despertador en los chinos, perdón si no son chinos, mi confusión entre poblaciones orientales se debe a mi exclusiva ignorancia. Duró poco, dos semanas. Lo revisé moviéndolo para todos lados confiando en el arte milenario de tocar algunos puntos para resolver una dolencia, pero no. Se negó a marchar y lo tiré a la basura y ahí se quedó mirándome desde el cuadrante amenazando con sus agujas.
El tiempo siempre amenaza un poco con recuerdos y con olvidos, si es pasado porque no hay remedio y si es futuro porque vaya a saber. Así que me acuerdo en presente.
Me acuerdo cuando en el Paraíso probé la manzana y me gustó lo que vi, por eso le dije a Adán que Dios sabía lo que hacía.
Me acuerdo cuando aprendí a leer y supe todo lo que podía probar.
Me acuerdo cuando escuché que el Ángel Gabriel le dijo a otra mujer “No temas” y en el Cielo se declararon tres días de carcajada universal, eso pasa cuando a una mujer le dicen que no tenga miedo.
Me acuerdo cuando era una de las criadas que le alcanzaba los hilos a Penélope mientras ella hacía creer que esperaba a Odiseo, en realidad se tejía a sí misma.
Me acuerdo cuando a Galileo por el 1600 lo condenaron porque se le ocurrió decir que la tierra se mueve y también me acuerdo que tuvo que esperar 359 años, 4 meses y 10 días para ser perdonado.
Me acuerdo cuando en las primeras computadoras no estaba la letra Ñ y yo me revolvía pensando cómo iban a leer en la Facultad mi Informe del Ano Académico.
Me acuerdo que un día la Revolución Francesa gritó la palabra “Libertad” y muchos entendieron libertad de la cintura para arriba, abajo era otra revolución. Y hablando de la cintura para arriba sigo sin entender por qué nadie cuestiona el cerebro emputecido.
Me acuerdo que en un siglo por venir la libertad será tan libre que no entrará en ninguna consigna.
15 de agosto 2025
Hasta que los leemos
Los libros: signos, letras, palabras que no son nada.
Hasta que los leemos. Entonces son únicos, se visten, se tocan con el de ayer y con el que leeremos mañana, se complotan con nuestra vida, se quedan solos y punto. Se prenden fuego y ardemos o estallan en un párrafo y nos traducen.
Todo empezó con la A, Alfa y Beta que un día se lanzaron a rodar hasta el infinito.
Apareció la D como alguien imprescindible, Dudar para poder saber.
La M es de cuidado, igual que nuestra Memoria que sube y baja.
La Q sea tal vez la letra más importante del alfabeto, con ella podemos preguntar Qué es el conocimiento o Quién tiene el poder.
La S es sin duda la más seductora, tiene las curvas y movimientos propios del Saber.
La T que parece un palito inofensivo nos marca el Tiempo de afuera y ese otro desconocido adonde nos lleva un libro.
Y con las letras se van armando historias que se cruzan con las nuestras.
Nos cruzamos con el Jean Valijean de Los Miserables y supimos lo que hace la adversidad con un adolescente que roba un pedazo de pan. (Gracias Víctor Hugo)
Con Florentino Ariza y Fermina Daza conocimos que el amor no sabe nada del tiempo ni del cólera. (Gracias García Márquez)
Con Penélope y sus criadas conocimos el palacio mientras espiamos a los dioses divertirse con los humanos. (Gracias Margaret Atwood)
Con un Caín condenado nos atrevimos a pensar si en verdad él y su hermano Abel pudieron elegir. (Gracias Saramago)
Con Anna Karenina visitamos San Petersburgo y supimos que un corazón de la aristocracia puede terminar en las vías del tren. (Gracias Tolstoi)
Cada uno hará su recorrido de títulos y personajes y comprenderá el tesoro que posee. Los gobiernos podrán arrebatar derechos, despojar bienes, vaciar las palabras. Jamás podrán quitarnos lo que hemos leído.
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