Juicios: del espanto al lenguaje



Foto: Telaraña Digital

Después de escuchar algunos testimonios de los declarantes en los juicios de la causa Área Paraná, tenemos la sensación de enterarnos de algo que no sabíamos, cuando en realidad casi nada de lo que escuchamos nos era desconocido. ¿Qué pudo haber ocurrido, qué hizo que pareciera habernos "enterado"? La voz, el cuerpo de quienes hablan son quienes nos "enteran", es decir nos vuelven más enteros, a todos, a los que hablan y a los que escuchan, porque el pasado encarnado en la corporeidad es una parte que nos constituye sin la cual estamos fragmentados y volver a él es condición para orientarnos a lo posible.

El cuerpo es dimensión vital de la realidad humana, es el dato primero, irreductible a otros, la realidad personal es también la historia corporal, allí está registrada cada caricia y cada mirada, cada golpe y cada intromisión. El cuerpo, ese territorio donde los represores escribieron el horror y ejercieron la soberanía del desgarramiento.

El verdadero cuerpo es el lenguaje, es la palabra, eso que Lacan llama "el cuerpo de lo simbólico", eso que se ilumina en la voz única e irrepetible de cada declarante. En esa instancia del Juicio la carne que había sido enajenada toma cuerpo y habla, se hace sujeto. La desnudez a la que fueron sometidos se viste con el lenguaje y se encarna en la voz.

Cuando Videla ante la pregunta de un periodista por las personas que no aparecían, respondió: "Desaparecido, significa que no está, que no tiene entidad, no está ni vivo ni muerto, está desaparecido", estaba diciendo que la palabra "desaparecido" no tiene sentido porque aquello a lo que alude no aparece, no es tangible, tomando el lenguaje como una sepultura simbólica para cubrir muertes reales. En realidad, el lenguaje puede ser justamente lo contrario, lo que nos permite ver, escuchar lo oculto, lo negado. En los testimonios las diferentes voces, mansas, indignadas, llorosas, intrépidas, parecen decir que cuarenta años no es nada y que el horror desafía cualquier marca del reloj y todas las marcas del cuerpo.

Una vez más la voz de cada uno de los que sufrieron el desgarramiento le pone sonido a lo que cuentan y la partitura queda completa. Una vez más la verdad sale a la luz, del mismo modo que van quedando al descubierto los huesos de fosas negadas.


Gracias al cuerpo, al lenguaje y al tiempo, esos elementos tan vitales y humanos que los asesinos no tuvieron en cuenta, los cuerpos lacerados se han transformado en carne de memoria y el silencio ha dicho.


A propósito de las audiencias testimoniales en la causa Área Paraná; noviembre de 2014.


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