Herida
-Mi nombre es Federico Larrosa y no creo que pueda enseñarles algo que les interese.
Esa fue la presentación del Profesor de Filosofía y todos pensamos que con esa aclaración ya teníamos la materia aprobada. Era el último año del
bachillerato. Eso significaba un año por el cual había que transitar para
llegar a la universidad, no un curso que valiera por sí mismo. Mejor dicho,
todas las clases eran una excusa para reunirnos, hablar de nuestros proyectos, organizar
el viaje de fin de curso. Y el tema central en las conversaciones era por
supuesto qué carrera habíamos elegido y la universidad donde estudiaríamos. Yo
andaba navegando entre varias, algunas eran sueños propios y otras
frustraciones de mis padres.
Federico Larrosa no era joven ni
viejo, alto ni bajo, pero hablaba de un modo como si cada frase fuera un tajo
en nuestra piel, para ese entonces puro deseo.
-Como les dije soy conciente de la dificultad de entusiasmarlos con los
temas de esta asignatura. La Filosofía nos habla de la Libertad, ¿qué puedo yo
decirles de eso si ustedes son seres libres por excelencia y cada acto en sus
vidas es una elección? La Filosofía
habla de la Verdad, ¿qué voy a enseñarles si ustedes son dueños de la verdad?
¿Y de la Muerte, a ustedes que son inmortales?
Y mientras lanzaba esas
preguntas como flechas contaminadas de deseo yo sentía algo en el cuerpo
parecido al roce del chico que me gustaba.
La mayoría de los profesores
venían a darnos respuestas y soluciones,
Federico Larrosa se nos metía por escondites desconocidos y atravesaba nuestra inmortalidad con
preguntas. Cada clase tenía el sabor de algún hallazgo que nunca era definitivo,
como aquel día que trató el tema de la Belleza y nos hizo viajar por los mundos
estéticos de todos los tiempos para terminar con su sabida reflexión:
- ¡Qué
pueden aprender ustedes de la Belleza si son todos tan bellos!- Y ahí nos
quedábamos, quietos en nuestra silla, heridos por una inquieta felicidad.
Cuando terminé el bachillerato ya
sabía qué carrera universitaria seguiría y hoy que pasaron los años sigo herida
por la pasión de saber.
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